domingo, 18 de julio de 2010

Nos queda este relicario que es el arte.

Me pregunto una vez más
cómo luchar contra tanta injusticia
cómo afrontar la mirada inquisidora
de quienes buscan despojarnos
de los valores más puros.
Y escucho una canción
y veo una flor que se abre al sol
y admiro al anciano que con su pincel
reproduce en mil colores
el maravilloso espectáculo de la vida.
Y me regocijo en el abrazo que agradece
y entiendo que nada de lo que pensé perdido
en realidad se ha ido.
La naturaleza me lo enseña nuevamente cada día:
"Nada se pierde, todo se transforma".
Me pregunto una vez más
cómo luchar contra tanta injusticia
cómo afrontar la mirada inquisidora
de quienes buscan despojarnos
de los valores más simples.
Y dejo de lado los mandatos
de quienes buscan comprar mi voluntad
vendiéndome mentiras.
Y entiendo que no hay otra forma de hacerlo
que no sea expresándonos libremente,
abriendo los sentidos
como abrimos una ventana
al despejarse el cielo por la mañana,
respirando el aire limpio que ha sanado la lluvia,
respirando el aire nuevo que trae lo nuevo,
canalizando la energía de la vida en la producción de una obra de arte
que no es más que la realización
de la magia que nos rodea.

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